Amanda era una joven de 18 años. A pesar de su edad aún
creía en los cuentos de hadas, los fantasmas y la vida después de la muerte.
Su abuela siempre le dijo que el mejor de los juegos
era la imaginación, y ella nunca desperdició esas palabras.
Un día, al salir de clase, se dirigió con sus amigas
al cine. La película elegida era de misterio y a ella le encantaba el actor
protagonista.
En mitad de la película, sintió que un escalofrío le
recorría todo el cuerpo, sus manos se helaron y su corazón empezó a latir más
fuerte de lo normal.
Alguien le había tocado el hombro con una fría mano,
ella no supo cómo reaccionar y tardó un momento en darse la vuelta, pero
entonces fue tarde …
Detrás de lla sólo estaba una pareja de enamorados
viendo la película como los demás.
No era la primera vez que le ocurrían este tipo de
cosas, desde pequeña se había sentido diferente a los demás en este tipo de
cosas.
Al llegar a su casa, ya era de noche, y sus padres habían
salido a cenar con unos amigos, por lo que estaba sola en casa y sus párpados
empezaban a cerrarse por momentos …
Decidió irse a la cama, pero en ese momento apareció
otra vez esa sensación: volvieron los sudores fríos, la entrecortada respiración
…
Esta vez quería superar su miedo y enfrentarse a todo
lo que hubiera tras ella.
Se giró rápidamente, pero no había nada.
Entonces miró al suelo y se encontró un reloj viejo,
incluso desgastado. Amanda empezó a desorientarse y miró la hora de su reloj,
que no correspondía con la del nuevo hallazgo.
Sus recuerdos empezaron a corretear por su mente, su
infancia despertó de un cajón olvidado y entonces …
Lo vio, la recordó, lo sintió … Era el reloj de su
abuela, el que siempre llevaba, el que pudo escuchar todas las historias fantásticas
que le contó.
Pero Amanda no sintió miedo, pues había una inscripción
que decía “Convierte tus sueños en realidad”, y justo era lo que había pasado.
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