viernes, 6 de diciembre de 2013

LA CASA DE LOS ESPÍRITUS

Hace dos años me mudé a una casa de un pequeño pueblo. Todos los habitantes me trataron genial cuando llegué. Una muchacha llamada Eli me contó una misteriosa leyenda acerca de la casa donde ahora vivo, pero yo no la creí, ya que, era imposible que la casa estuviera maldita y viviera un espíritu en ella.
Los días pasaron normal, como siempre, hasta que un día escuché un ruido. Me asusté bastante, ya que vivo sola y no tengo ninguna mascota. Lo dejé pasar por el momento, pero los ruidos cada vez eran más seguidos.
Cuando vi a la muchacha se conté lo que había pasado en mi casa y me contestó que era porque el espíritu se estaba enfadando.
Un poco muerta de miedo me fui a la perrera del pueblo vecino y adopté a un perro para que me hiciera compañía y me defendiera de aquel espíritu.
Los ruidos dejaron de producirse por un tiempo; o el espíritu se había ido o ya no estaba o también podrían haber sido todo producto de mi imaginación.
Al día siguiente, cuando llegué de trabajar, vi a mi perro ladrando a la puerta del desván. Fui a ver que ocurría e incluso bajé para ver si había algo extraño, pero no encontré nada.
Ya de noche fui a relajarme al sofá a ver la televisión con mi perro. De repente la televisión se apagó sola. Fui a ver que le pasaba pero no encontré nada raro.
Salí al jardín para comprobar que no fuera la antena dejando me la puerta abierta pero de repente esta se cerró de golpe. No había manera de abrir la puerta y mi perro no dejaba de ladrar. Llamé a la puerta del vecino para pedirle mis llaves, porque él tiene una copia por si ocurría algo o se me olvidaban dentro de casa.
El me acompañó para ver que le pasaba a la tele. Cuando llegamos la puerta estaba misteriosamente abierta y la tele ya iba.
Todos pensaban que estaba loca y me miraban mal. Harta hice las maletas y me mude de ese adorable y pequeño pueblo. Pero esta vez no estaba sola, estaba mi perro que me protegería de todo.


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